El club con Blanca |
Ayer tuvimos el placer de
compartir tertulia con la escritora Blanca Busquets. En el club habíamos leído “la
Casa del Silenci”, su última novela. De ella y sus protagonistas hablamos con
intensidad. Compartimos impresiones, diferentes opiniones e incluso alguna que
otra crítica. Debatimos sobre Ana, uno de los personajes que más juego da a la
novela, la autora nos confesó algún secreto sobre la obra, y se prestó a
entablar más de un pequeño debate con las asistentes a la tertulia. Para finalizar,
y como viene siendo costumbre, Reme leyó la sincera y emotiva carta que había
escrito para el libro.
Lo pasamos genial,
disfrutamos una vez más del placer que supone compartir tertulia con el autor
de una novela.
Carta de Reme
Este año para comenzar el curso en el taller de lectura " Veus de
dones" Graci ha elegido el libro "La casa del Silenci".
Silencio, algo tan necesario para encontrarnos a nosotros mismos y para
intentar comprender a los demás. Y ha sido en el silencio de estas últimas
noches, mientras el otoño sigiloso, casi de puntillas se iba instalando entre
nosotros, sumergida en las páginas del libro e ido buceando en la vida de sus
protagonistas. Unas vidas unidas por ese hilo invisible que unos llaman
destino, azar o providencia, que transcurren siguiendo las peripecias de un
viejo violín arropados todos ellos por su amor a la música.
En cada una de estas historias he creído captar un sutil mensaje, que la
autora Blanca Busquets, una joven escritora a la que ya el año pasado tuvimos
el gusto de descubrir en este mismo taller con su novela "La nevada del
cucut", nos ha hecho llegar a través de sus personajes.
He creído entender que la vida no es una tecnología, ni una ciencia. La
vida es un arte y hay que sentirla. Son los sentimientos los que mandan y solo
poniendo el alma en cada una de las cosas que hacemos conseguiremos hacerlas
"mágicas".
¡Que no se puede vivir sin alma! Hay personas que la pierden y no son
capaces de recuperarla germinando en su lugar la semilla del odio, abonada por
la envidia y regada por el resentimiento, pasan la vida solos, sin amar,
responsabilizando a los demás de sus propios fracasos.
Y que no es el origen, ni los grandes conocimientos, ni el dinero, ni la
fuerza lo que hace a las personas superiores, si no la generosidad y la
perseverancia de los grandes sentimientos. El que da sin arrogancia se puede
permitir recibir con dignidad.
Que las guerras es la mayor plaga que puede sufrir la humanidad. Sus
efectos devastadores no se acaban en el campo de batalla con la firma de la
paz. Las cicatrices permanecen sangrantes durante años en todos sus
supervivientes separados por muros levantados por la intransigencia, el odio y
el resentimiento.
Y sobre todo, quizá, porque actualmente lo estoy viviendo muy de cerca, he
observado que cuando las personas miramos hacia atrás y vemos que el camino
recorrido es mucho más largo que el que nos queda por recorrer, dejamos de dar
valor a los éxitos personales o económicos. Pasando a necesitar, incluso a
buscar, una caricia, una frase amable o simplemente una sonrisa, pues es el
calor humano la compañía imprescindible para superar esta última etapa.
Eso es todo, yo lo he
percibido así, no se si estaré equivocada.
Reme